martes, 29 de junio de 2010

Futuro imperfecto

Lee Silvers, biólogo de la Universidad de Princeton, sugiere que la manipulación genética de los humanos permitirá ir evolucionando hasta la aparición de una raza superior y diferente.
Se ha vuelto normal que los científicos predigan que para 2015 las computadoras serán más inteligentes que el hombre. Para no quedarse atrás, pronostica que se implantarán microprocesadores en el cerebro, los cuales reforzarán la conciencia permitiendo responder en el momento en que se haga una pregunta.
THE SUNDAY TIMES

Demografía: la explosión que resonó por todo el planeta

Desde 1900, la población ha pasado de 1600 millones a 4500 millones.
Los más de 6000 millones que somos al cerrarse el siglo XX nos dividimos en realidad en dos mundos demográficos. Uno es pobre, joven y creciente. En países como Uganda y Níger, la edad promedio de la población es de 15 años, y esta crece a un ritmo tan acelerado como para duplicarse en 23.
La otra mitad es rica, de más edad y menguante. En Italia y Japón, la edad promedio es 40 años. Y en dichos países el crecimiento demográfico ha caído a cero o un nivel inferior.
El economista Stephen Moore afirma: «Demográficamente, la situación de Europa es catastrófica. A ese paso, de aquí a 500 años quedarán ocho italianos y tres irlandeses en el planeta. La ONU pronostica que para el año 2100 Europa habrá perdido la mitad de su población.
Al concluir el próximo milenio, Tokyo sería una ciudad fantasma, y Japón estaría vacío. A este paso, la población de dicho país quedaría reducida a apenas 500 para el año 3000, y a uno para 3500.
Más cerca en el tiempo, las Naciones Unidas prevén que para el año 2050 un cuarto de los habitantes de los países desarrollados tendrán más de 65 años.
Las consecuencias de la escasez de nacimientos pueden llegar a tener tanto alcance como la explosión demográfica.
«Aunque parezca una perogrullada --dice el científico social Francis Fukuyama-- el capital humano no puede existir si no hay gente, y la sociedad occidental no está generando la suficiente para mantenerse.»
Esas tasas de fecundidad tan bajas se traducen en que serán menos los que puedan vivir en familia una parte considerable de su vida. La mitad de los escandinavos viven solos, así como un tercio de los suizos y uno de cada cuatro estadounidenses. «En un par de generaciones --señala Fukuyama--la mayoría de los europeos y japoneses no tendrán otros parientes que sus antepasados.» Dicho de otro modo: la familia como célula básica de la sociedad habrá dejado prácticamente de existir en dichos países.
La decadencia demográfica de las naciones del primer mundo podría alterar el equilibrio político internacional. En 1900 Europa tenía el triple de población que África. Para el año 2050, el Continente Negro tendrá tres veces más habitantes que Europa. En 1950, la mitad de los doce países más populosos se contaban entre los más desarrollados. Un siglo después, EE.UU. será el único desarrollado de los doce primeros.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Es posible que en su mayor parte la razón esté en una inversión de las actitudes culturales. Hemos pasado de ser una sociedad que veía en los hijos una bendición de Dios y las obligaciones familiares un deber sagrado a otra que prioriza la prosperidad y el hedonismo. Son demasiados los que ven las obligaciones familiares como una pesadez.
A la larga, es posible que redescubramos la verdad fundamental que conocían nuestros antepasados: que en efecto los hijos son una bendición de Dios que no solo reporta beneficios materiales sino también de índole emocional y espiritual. Sería hermoso conocer otra época en que eso volviera a ser algo que todo el mundo sabe.
WASHINGTON POST; AP; ANTHONY BROWNE Y RICHARD REEVES, THE OBSERVER; MATT KAUFMAN, BOUNDLESS; LINDA CHAVEZ, JEWISH WORLD REVIEW

El microchip, una revolución en miniatura

RANDY STEARNS Y CLARE WEISS, ABC NEWS
Ya nadie se asombra de los microprocesadores. Son diminutos, baratos y están por doquier. Pero lo cierto es que han revolucionado nuestra manera de vivir. Hace solo 26 años que Intel produjo el primer chip. Hoy en día funcionan en el mundo más de 350.000, y no solo en computadores. Se han infiltrado en nuestra vida diaria. En la actualidad, prácticamente cualquier artefacto que cuente con reloj automático o que tenga pantalla de cristal líquido utiliza microchips. En una mañana cualquiera los empleamos como una docena de veces: cuando suenan los pitidos del despertador, en los aparatos para hacer ejercicio, en la balanza de baño y en el microondas.

El siglo de la
computación
MARC BURLEIGH, FRANCE PRESSE; REUTERS; WILLIAM H. WEBSTER
«Yo diría que en el mundo hay mercado para unos cinco ordenadores.» Estas palabras, pronunciadas en 1943 por Thomas Watson, a la sazón gerente de IBM, han pasado a la historia como uno de los mayores errores de cálculo de todos los tiempos.
Pero, ¿quién iba a imaginar en 1943 que aquellas primitivas máquinas automáticas de cálculo evolucionarían hasta convertirse en los PC que ocupan su puesto en millones de escritorios y hogares, generando una economía basada en la tecnología que pondría en comunicación a personas de todo el planeta por medio de una red de alcance universal?
El desarrollo de las computadoras comenzó en tiempos relativamente recientes, cuando mediante circuitos eléctricos se construyó sobre las bases sentadas por el inventor inglés Charles Babbage. El ingenio decisivo que mereció el nombre de computadora fue el Colossus, obra de Alan Turing --otro inglés--, el cual fue obligado a prestar servicio en la Segunda Guerra Mundial descifrando códigos secretos alemanes.
Estados Unidos no tardó en construir su primera auténtica contribución en ese campo: el Mark I, utilizado por la Marina para calcular trayectorias de proyectiles.
Todos estos avances condujeron a lo que muchos consideran el primer ordenador de verdad: un monstruo de ochenta toneladas con 18.000 válvulas que respondía a las siglas ENIAC. La revista Popular Mechanics vio en ello un futuro prometedor con computadores de menor porte. «Puede que las computadoras del futuro --anunciaba ansiosamente en 1949-- no tengan más de mil válvulas y solo pesen una tonelada y media.»
IBM no tardó en adquirir una posición dominante. Fue introduciendo ordenadores cada vez más capaces y pequeños, culminando con la aparición del PC o computador personal en 1981, el cual se convirtió en la norma.
Sin embargo, las empresas establecidas tardaron mucho en prever que había un mercado viable para dichas máquinas. Ni siquiera lo comprendieron cuando un tal Bill Gates, conocido en su casa, fundó una pequeña empresa llamada Microsoft allá por 1975, y empezó a vender programas para una sencilla y elemental computadora llamada Altair.
Ken Olsen, director y fundador de Digital Equipment Corp., declaró en 1977: «¿Quién va a querer tener un ordenador en su casa?»
Sin embargo, la demanda se disparó. La computadora pasó de ser una curiosidad en la oficina y el hogar a desempeñar funciones tan indispensables como cajero automático, escáners de supermercado, teléfonos móviles, televisores y muchísimo más.
Para hacerse una idea de lo fundamental que se ha vuelto en la economía internacional, basta pensar en la importancia que tiene en el mercado la compañía más poderosa del planeta: Microsoft. Además de ser el hombre más acaudalado del mundo, Bill Gates se ha convertido en todo un icono.
La adopción de Internet tras su invención en 1990 llevó a muchos a pensar que estamos en medio de una revolución digital.
A partir de unos pocos usuarios habituales al principio de la década, la red se expandió a pasos acelerados. En la actualidad conecta 200 millones de habitantes de una ciudad electrónica con una población equiparable a la de Estados Unidos. Se calcula que para el año 2005 habrá mil millones de personas --un sexto de la humanidad-- en línea, dos tercios de ellas fuera de EE.UU. Cada cuatro segundos aparece una nueva página.
En EE.UU. se envían cada día más comunicaciones por correo electrónico que por correo ordinario. La Internet cuenta con seis millones de páginas, y cada día se añaden otros 15.000 sitios.
La Red constituye ya un estado mundial de por sí, con su propia economía y moneda digital, y está comenzando a modificar las funciones de la economía internacional.
Se espera que para el año 2005 el volumen de ventas realizadas en línea ascienda a 5 billones de dólares.
El ritmo imparable con que avanza la revolución tecnológica hace que los productos actuales tengan corta vida. En los últimos cuatro años, los chips han pasado de contar con 1,1 millones de transistores a tener 120 millones (los ingenieros de Intel creen que pueden llegar a 400, e incluso a mil millones antes de que se acabe el gas de silicona). Asimismo, los supercomputadores han pasado de realizar 256.000 millones de operaciones por segundo a la friolera de un billón. Enlazando supercomputadoras, los científicos e ingenieros han llegado a realizar 10 billones de operaciones por segundo. Los últimos modelos de sobremesa alcanzan ya la velocidad de los superordenadores de ayer.
La inteligencia artificial está dando paso a la inteligencia realzada. Un hombre ha sido capaz de manipular una computadora mediante un implante electrónico conectado a sus células cerebrales. El investigador Roy Bakay, de la Universidad Emory, cultivó las células de un donante en su implante, y ello le permitió conectarla. La computación cuántica y la neurológica, que se basan en los 73 billones de células del cuerpo humano, serán los próximos avances de la tecnología.

sábado, 19 de junio de 2010

Catástrofes ambientales

Enero 2000
JOHN SIMPSON, BBC; ROGER HIGHGIELD, DAILY TELEGRAPH
Calentamiento del planeta. 1998 fue el año más caluroso desde que se llevan registros. 1999 puede resultar peor, una vez que se conozcan las cifras.
Ello ha afectado el fenómeno del Niño, que junto con el de La Niña causa fluctuaciones de la presión atmosférica y las temperaturas en la superficie por todo el Pacífico tropical.
En 1998 dio lugar a la peor tormenta tropical del hemisferio occidental en 200 años: el huracán Mitch. En pocas horas cayeron sobre América Central precipitaciones equivalentes a las de un año. Diez mil personas murieron a consecuencia de ello.
De África a Australia hubo sequías, y los bosques de Indonesia ardieron ocultando el sol durante semanas con la espesa humareda. En contraste, el subcontinente indio fue objeto de graves inundaciones.
Poco después del Mitch, cuatro huracanes arremetieron simultáneamente en el Atlántico, por primera vez en este siglo.
Añádase a esto otros descubrimientos que se informan a cada momento, como por ejemplo que el casquete polar antártico se está derritiendo, lo cual podría elevar con el tiempo el nivel del mar en siete metros.
Extinción de especies. Casi la mitad de la superficie terrestre se ha visto alterada por actividades del hombre. De seguir la tendencia actual, entre uno y dos tercios de las especies botánicas y zoológicas se perderán durante la segunda mitad del siglo XXI.
La profesora Jane Lubchenco, de la Universidad Estatal de Oregón, ha señalado que los datos más recientes revelan una alteración espectacular en los océanos. «Siempre se había considerado que el mar tenía una capacidad ilimitada para suministrar alimentos y diversos servicios a la especie humana --explica--. Pero las alteraciones causadas por el hombre están mermando esa capacidad.»
Ya existen cincuenta zonas muertas con poco o ningún oxígeno en aguas adyacentes a las costas. La más extensa del hemisferio occidental se encuentra en el Golfo de México, y tiene su origen en el exceso de desechos ricos en nitrógeno y fósforo que descienden por las aguas del Misisipí.

La ciencia aumenta:
Una enciclopedia en sus manos
WILLIAM RASPBERRY, THE WASHINGTON POST
La Enciclopedia Británica tiene una página de acceso gratuito en línea. Es verdaderamente extraordinario que en cualquier parte del mundo un ciudadano cualquiera tenga acceso inmediato a un caudal de conocimientos que no hace muchos años habría causado la envidia de un catedrático de universidad.
Lo anterior no es sino una pequeña muestra de la manera en que se ha disparado la información y el acceso a los conocimientos. Las bibliotecas públicas, las librerías y, por supuesto, la Internet, ponen al alcance de mi familia más recursos informativos de lo que habrían podido jamás soñar no hace mucho las más grandes lumbreras de la erudición.
Me acaba de telefonear una amiga para contarme que, en preparación para un viaje a Benin, bajó entre 75 y 100 páginas de información de diversos sitios de Internet sobre dicho país de África Occidental. Encontró información detallada sobre la moneda del país, la situación política, el clima, las últimas noticias locales y hasta la dirección de la embajada de EE.UU. Me dijo: «Ya me siento como si conociera el país, y eso que nunca estuve allí». Muérete de envidia, Marco Polo.
Y no es solo la información lo que tenemos tan a nuestro alcance. Pensemos en las dificultades que encontraba un melómano en el siglo XIX. Siempre podía escuchar, desde luego, a músicos de su ciudad. Pero si, digamos, le gustaban Bach o Beethoven, tenía que contratar una orquesta y buscarse un local para el concierto. O sea, tenía que ser rico. Hoy en día, cualquier adolescente con un Discman (o incluso una radio FM) puede escuchar prácticamente a voluntad la música de su elección interpretada por los músicos más destacados. El mismo joven puede apreciar a su antojo miles de cuadros en el Museo Nacional de Bellas Artes.

lunes, 14 de junio de 2010

100 años de sexo

MARC BURLEIGH, FRANCE PRESSE
Este siglo ha transformado nuestra vida sexual en muchos sentidos.
Pero el sexo no es lo único que ha cambiado. Algunos también han cambiado de sexo. Los avances de la medicina posteriores a la Segunda Guerra Mundial permitieron a especialistas daneses transformar a un hombre en mujer. En 1952, el soldado estadounidense George Jorgensen se convirtió en Christine Jorgensen.
Las convulsiones sociales de los años sesenta trajeron consigo la revolución sexual que arrasó el planeta. Su símbolo era el anticonceptivo oral, la píldora. La aparición de esta dio lugar a más relaciones sexuales y menos hijos, como corrobora el descenso de población observado en los países industrializados.
La aparición del sida en 1981 quitó brillo a la revolución sexual. Aunque no se ha descubierto cura, eficaces métodos de prevención y terapia han hecho descender el número de bajas mortales en los países más avanzados. Pero en los más desventajados no ha dejado de aumentar. Este año la OMS lo ha puesto a la cabeza de las causas de mortandad en África: uno de cada cinco fallecimientos en el continente negro se pueden atribuir a la temible pandemia.
Los homosexuales, si bien en un principio fueron condenados al ostracismo por la histeria que desataron las primeras noticias sobre el sida, no tardaron en ganar terreno en lo político gracias a la atención dedicada por los medios de prensa. Salieron a la luz, y en muchos países se ha legalizado su forma de vida, permitiéndose en algunos los matrimonios homosexuales.
Los últimos años del siglo han traído dos novedades más en materia sexual.
Una fue la aparición del Viagra, el fármaco que aumentó la esperanza de que hombres mayores pudieran continuar sexualmente activos hasta el momento de su muerte; y en unos pocos casos también produjo esta.
La otra fue la aventura de Clinton con Monica Lewinsky. Se dio tanto bombo al asunto que hubo un momento en que pareció bastante posible que el presidente del país más poderoso del orbe cayera por culpa de un devaneo cuyo carácter sexual no fue capaz de reconocer abiertamente.