martes, 29 de junio de 2010

Demografía: la explosión que resonó por todo el planeta

Desde 1900, la población ha pasado de 1600 millones a 4500 millones.
Los más de 6000 millones que somos al cerrarse el siglo XX nos dividimos en realidad en dos mundos demográficos. Uno es pobre, joven y creciente. En países como Uganda y Níger, la edad promedio de la población es de 15 años, y esta crece a un ritmo tan acelerado como para duplicarse en 23.
La otra mitad es rica, de más edad y menguante. En Italia y Japón, la edad promedio es 40 años. Y en dichos países el crecimiento demográfico ha caído a cero o un nivel inferior.
El economista Stephen Moore afirma: «Demográficamente, la situación de Europa es catastrófica. A ese paso, de aquí a 500 años quedarán ocho italianos y tres irlandeses en el planeta. La ONU pronostica que para el año 2100 Europa habrá perdido la mitad de su población.
Al concluir el próximo milenio, Tokyo sería una ciudad fantasma, y Japón estaría vacío. A este paso, la población de dicho país quedaría reducida a apenas 500 para el año 3000, y a uno para 3500.
Más cerca en el tiempo, las Naciones Unidas prevén que para el año 2050 un cuarto de los habitantes de los países desarrollados tendrán más de 65 años.
Las consecuencias de la escasez de nacimientos pueden llegar a tener tanto alcance como la explosión demográfica.
«Aunque parezca una perogrullada --dice el científico social Francis Fukuyama-- el capital humano no puede existir si no hay gente, y la sociedad occidental no está generando la suficiente para mantenerse.»
Esas tasas de fecundidad tan bajas se traducen en que serán menos los que puedan vivir en familia una parte considerable de su vida. La mitad de los escandinavos viven solos, así como un tercio de los suizos y uno de cada cuatro estadounidenses. «En un par de generaciones --señala Fukuyama--la mayoría de los europeos y japoneses no tendrán otros parientes que sus antepasados.» Dicho de otro modo: la familia como célula básica de la sociedad habrá dejado prácticamente de existir en dichos países.
La decadencia demográfica de las naciones del primer mundo podría alterar el equilibrio político internacional. En 1900 Europa tenía el triple de población que África. Para el año 2050, el Continente Negro tendrá tres veces más habitantes que Europa. En 1950, la mitad de los doce países más populosos se contaban entre los más desarrollados. Un siglo después, EE.UU. será el único desarrollado de los doce primeros.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Es posible que en su mayor parte la razón esté en una inversión de las actitudes culturales. Hemos pasado de ser una sociedad que veía en los hijos una bendición de Dios y las obligaciones familiares un deber sagrado a otra que prioriza la prosperidad y el hedonismo. Son demasiados los que ven las obligaciones familiares como una pesadez.
A la larga, es posible que redescubramos la verdad fundamental que conocían nuestros antepasados: que en efecto los hijos son una bendición de Dios que no solo reporta beneficios materiales sino también de índole emocional y espiritual. Sería hermoso conocer otra época en que eso volviera a ser algo que todo el mundo sabe.
WASHINGTON POST; AP; ANTHONY BROWNE Y RICHARD REEVES, THE OBSERVER; MATT KAUFMAN, BOUNDLESS; LINDA CHAVEZ, JEWISH WORLD REVIEW

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