jueves, 10 de noviembre de 2011

Por qué creo que estamos en el Tiempo del Fin

Podría dar interminables razones por qué creo que estamos en el Tiempo del Fin.
Así como el otoño precede al invierno o la primavera al verano, cambios atmosféricos con baja presión y alta humedad producen tormentas, así también los enormes cambios, convulsiones sociales y culturales tan intensos, profundos, introducen al mundo una apostasía que fue anunciada desde hace 2000 años atrás. Hasta los supuestos llamados cristianos de diferentes confesiones aprueban, promulgan y defienden a rajatabla, leyes que son diametralmente apuestas a lo que nuestro Señor nos enseñó, llamando a la verdad “mentira” y a la mentira “verdad”, llamando a lo torcido “derecho” y a lo derecho “torcido”, esto marca que el tiempo se está acabando.
Podría señalar cientos de señales que están en Su Santa palabra, entre ellas: pestes, hambres y terremotos, guerras y rumores de guerras. Muchos me dirán:
- Bueno, eso existe desde que el mundo es mundo!.
Sí, es cierto, pero si seguimos los números que nos marcan los registros y las estadísticas, todos estos casos se han aumentado de una manera asombrosa, nunca antes visto en la historia de la humanidad.
Pero peor aún, es que todos estos acontecimientos son provocados por el hombre con un solo propósito: despoblar la Tierra; utilizando todos los medios a su disposición (la súper tecnología de avanzada).
Se bombardean poblaciones enteras de civiles inocentes y se lo denomina “daño colateral”.
Se crean virus en los laboratorios(como el SIDA, Ébola, Ántrax, peste aviar y porcina) y se lucra desmedidamente tratando de combatirlos.
Hoy en día hasta pueden producirse terremotos y Tsunamis controlados por el hombre, en internet pueden verse varios sitios que lo explican.(ver Haarp en Google)
A pesar de todos los avances tecnológicos (Dn. 12:4) y reuniones de G7, G20 y organismos como la ONU y OMS, ciento cuarenta millones de niños están desnutridos y mas de mil millones de personas se van a dormir con hambre todos los días, como cumplimiento de Ap. 6:5,6.
Ya lo dijo nuestro Señor Jesucristo: “A los pobres siempre los tendréis entre vosotros” (Jn. 12:8)
Él no solo conocía del futuro sino también del egoísmo en el corazón de los hombres (Jn. 2:25)
Bien, como dije antes, podré dar cientos de señales que están indicadas en la Biblia, pero me voy a referir específicamente a dos de ellas, las cuales han sido admitidas aún por los agnósticos.
1) La famosa marca de la bestia, el 666, sin el cual nadie puede comprar ni vender. Esta profecía específica le fue transmitida a Juan el Amado y se encuentra en el capítulo 12 del Apocalipsis, en los versículos 17 y 18.
Pues, esta señal ya se ha cumplido muy claramente, con el código de barras, sin el cual, nada se puede comprar o vender en el mercado. Este sistema se basa en el número 6 que aparece al principio, en el medio y al final del código de barras.
Además, también la tecnología ha creado un microchip que se implantará en las personas.
Ya se ha experimentado en niños, ancianos, presos y animales domésticos.
2) La otra gran señal del Tiempo del Fin, inconfundible, es que el río Éufrates se secaría. Se encuentra en Apocalipsis capítulo 16, versículos 12 hasta el 15. Esto ya está sucediendo. Fue publicado en los periódicos New York Times (EEUU) y La Nación de Buenos Aires, Argentina, con fecha, éste último, del 15/07/09.
Estas dos señales fueron escritas hace dos milenios, y vemos su cumplimiento hoy en día.
El apóstol Juan no tenía manera de saberlo en su época, excepto por revelación divina.
Como dije antes, hay muchas señales más, pero para explicar el cumplimiento de cada una, tendría que escribir un libro y eso es ya otra cosa.
Lo que resta, llega casi simultáneamente, la reconstrucción del templo judío en el Monte Moriah para recomenzar sus sacrificios, la subida al poder del Anticristo encabezando el Nuevo Orden Mundial (Nuevo Orden Secular), la abolición de los sacrificios del templo y la persecución a todas las religiones. Poco tiempo después, tres años y medio (Ap. 13:5; Ap. 12:6 y 14) llegará el Mesías, Jesús, a rescatarnos.

martes, 3 de agosto de 2010

Viajar por todo lo alto

DAVID FOSTER, AP; JOHN ACHENBACH,
THE WASHINGTON POST
Los hermanos Wright se habrían pegado una panzada de reír si hubieran visto a un gigante jorobado de 400 toneladas como el Boeing 747 en el hangar de montaje.
¿Cómo va a volar ese monstruo? Jamás de los jamases, habrían dicho.
En su histórico vuelo de diciembre de 1903, esos pioneros de la aviación recorrieron 360 metros. De haber partido del fondo de la sección económica no habrían llegado a primera clase. Pero llegaron lo bastante lejos. Lo que comenzaron entre el viento y las dunas de Kitty Hawk transformó al mundo.
La aviación modificó el arte de la guerra. Y encogió el mundo hasta tal punto que hoy en día prácticamente no queda lugar en el planeta al que no se pueda llegar en menos de veinticuatro horas desde cualquier otro. Además, abonó el terreno para el programa espacial y permitió salir del planeta.
Los aviones no solo sirvieron para transportar pasajeros y carga. Según Tom Crouch, conservador del Museo Smithsoniano del Aire y el Espacio, también han servido para que la imaginación levante vuelo. «Antes de 1903 --explica--, la gente decía: “Si Dios hubiera querido que el hombre volase, le habría dado alas”. Después de esa fecha, se dice: “Si el hombre es capaz de construir una máquina que vuela, no hay nada que no pueda hacer”.»
La participación de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial comenzó y terminó con aviones. En diciembre de 1941, bombarderos japoneses atacaron Pearl Harbor y arrancaron a Estados Unidos de su política neutral. Cuatro años más tarde, la superfortaleza volante B-29 Enola Gay soltaba una bomba atómica sobre Hiroshima. Entre tanto, EE.UU. fabricó casi 300.000 aeronaves de guerra, entre ellas los primeros helicópteros.
Terminada la contienda, motores a reacción y cohete impulsaron a las aeronaves imprimiéndoles más velocidad y alcance y llevándolas a mayor altura. El piloto de prueba Chuck Yeager se convirtió en el primer hombre que traspasó la barrera del sonido alcanzando casi 1300 km/h en octubre de 1947, en Bell X-1 impulsado por cohetes.
En los años sesenta, el avión a propulsión X-15 llegó más alto y voló a más velocidad que ningún otro aparato. Alcanzó casi 8400 km/h, remontándose a suficiente altura como para que sus aviadores pudieran considerarse astronautas. No obstante, a esas alturas, no había nada más glorioso en los cielos que participar en el programa espacial.
En todo caso, la aviación no ha dejado de hacer progreso. El Boeing 747 --la aeronave comercial de mayor porte que cruza los cielos-- es prueba fehaciente de ello. Es capaz de transportar a más de 400 pasajeros a lo largo de 15370 km sin necesidad de repostar. Desde 1969 se han construido más de 1230 Jumbos, en los cuales han viajado 2200 millones de pasajeros.
Treinta años más tarde, este gigantesco aparato sigue causando impresión. La compañía Boeing lo monta en una fábrica que, según la propia empresa, es el edificio más extenso del mundo: ocupa 40 hectáreas. Necesita ese espacio. Un 747 tiene 6 millones de piezas, 275 kilómetros de cables y 8 de tubos. También tiene 67000 kilos de aluminio, y la cola alcanza una altura de 19 metros, equivalente a un edificio de seis pisos.
¿Cuál es el último logro de la tecnología? Solo unos pocos privilegiados lo saben, explica Bill Sweetman, que escribe sobre temas aeronáuticos. Muchos observadores creen que un avión supersónico llamado Aurora se está probando bajo máximo secreto por las autoridades estadounidenses en la Zona Restringida 51 en Nevada.
Pero para impresionarse no hace falta que sea secreto. Sweetman aconseja levantar la vista al cielo en cualquier sitio. «A mí me parece que cualquiera que pudiera viajar en el tiempo desde 1903 se asombraría de ver tantas naves en el aire --dice--. Son tan habituales como los trenes en el siglo XIX. Vuelan por todas partes.»
Los mares se han vuelto charquitos. Las montañas son pequeños bultos en el camino. Prácticamente el único rincón del mundo sin vuelos regulares programados es la Antártida en invierno.
Los 40.000 km de circunferencia terrestre ya no impresionan a nadie. Ahora la Tierra es una simpática pelotita.

La creciente globalización

Pronósticos

INFORME DRUDGE
El viceministro de relaciones exteriores de los Estados Unidos Strobe Talbott cree que en el siglo XXI su país puede dejar existir a la manera actual, dado que el concepto de nación habrá pasado a la historia en todo el mundo. Talbott ha formulado y llevado a cabo la política exterior de Clinton. Desde el día en que este asumió la presidencia ha desempeñado funciones en el Ministerio de Exteriores.
Poco antes de integrarse al gobierno, Talbott escribió en la revista Time, en un ensayo titulado Hacia la nación mundial, que aspiraba a la instauración de un gobierno dirigido por «una autoridad internacional única». «De aquí a cien años --decía-- el concepto actual de nación será cosa del pasado. Todos los estados reconocerán una autoridad única». Esto declaró Talbott en el número correspondiente al 20 de julio de 1992 de la mencionada revista.
«Una expresión que ha estado brevemente de moda a mediados del siglo XX --ciudadano del mundo-- tendrá verdadero sentido a fines del XXI. En esencia, todos los países no son otra cosa que el fruto de acuerdos o convenios que pueden cambiar con las circunstancias. Por muy inalterables o sagrados que parezcan en un momento dado, lo cierto es que son entidades artificiales y provisorias.»

El siglo de los mártires

Persecución
PUERTAS ABIERTAS
«Este siglo se conoce como el de los mártires, porque más gente ha perdido la vida por la religión cristiana que en todos los anteriores», informa la misión Puertas Abiertas, fundada en 1955 por un holandés conocido por el seudónimo de Hermano Andrés, autor de El contrabandista de Dios, libro del cual se han vendido 14 millones de ejemplares en todo el mundo.

Epidemias
Sida
Hace dos décadas, nadie había oído hablar del sida. Según fuentes del programa conjunto de la ONU y la OMS sobre el VIH y el sida, 50 millones de personas se han contagiado hasta la fecha con el mencionado virus.
El informe señala que más de 33 de esos 50 millones portan la enfermedad, y al menos 16 millones han fallecido. El informe correspondiente a diciembre de 1999, publicado con motivo del Día Mundial del Sida (1 de diciembre), indica igualmente que más de 16 millones han muerto hasta la fecha, así como que este año 2,6 millones de personas contrajeron la enfermedad y otros 5,6 el virus, cifras ambas sin precedentes.
«Con una pandemia de semejantes proporciones, cada nuevo contagio contribuye a la onda expansiva y deja sentir sus efectos en familias y poblaciones, y cada vez más en la economía» --afirma el Dr. Peter Piot, director ejecutivo de ONUSIDA--. «El sida se ha convertido en la mayor amenaza al desarrollo en muchos países.»

SHELLEY PANNILL, FRANCE PRESSE

obrecarga de
información

El 21 de enero de 1998, cuando el periodista Matt Drudge soltó el bombazo de la aventura del presidente Clinton con una becada de la Casa Blanca y expuso la posibilidad de que el mandatario le hubiera pedido a ella que mintiera, no pensó en la prensa. Dio la noticia en su página personal de Internet.
A las pocas horas, las cadenas nacionales, superando su desdén por un desconocido al que veían como un tipo armado de módem que ni había terminado la secundaria, devoraban y reproducían los morbosos detalles. Los medios de prensa habían completado su ciclo, satisfaciendo a un público sediento de morbo tal como lo habían hecho sus antepasados al iniciarse el siglo.
El paso de los diarios de a centavo a la Red de redes comenzó con la invención de tecnologías que ya no nos asombran: el teléfono, el telégrafo, la radio y la televisión.
La aparición de los medios de difusión masiva ya era bastante obvia para 1914. No obstante, en los años de entreguerras, mientras el mundo iba de una crisis política a otra, esos medios se dispararon espectacularmente. La radio y la prensa estaban en el apogeo de su popularidad.
La primera emisora, KDKA, salió al aire en Pennsylvania en 1920. A fines de 1922 funcionaban 576 emisoras privadas, y para 1939 había más de 27 millones de receptores.
La radio transformó la vida de los pobres, poniendo fin a la soledad: les llevó el mundo a su casa. El aumento en el porcentaje de alfabetización dio lugar a que en poco tiempo aumentara la circulación de los diarios, y así, en 1950 en los países desarrollados se vendía un promedio de entre 300 y 350 periódicos por cada mil habitantes.
La televisión, cuyo desarrollo se vio interrumpido por la Segunda Guerra Mundial, comenzó a emitir programaciones completas en la década de los cincuenta. En los sesenta, al menos en EE.UU. se había convertido en el principal medio de difusión, reduciendo el número de asistentes a los cines y prácticamente acabando con los espectáculos de variedades.
A medida que fue mejorando la programación, los noticieros televisivos fueron sustituyendo a las fotos de revistas ilustradas como Life, y las telenovelas a los seriados de la radio.
Hacia esas fechas, la televisión por cable --ideada en los cincuenta para atender a los norteamericanos que residían en zonas apartadas-- empezó a ampliar su alcance. Se puso a la vanguardia con el canal musical MTV y con el canal de noticias CNN de Ted Turner. Las conexiones satelitales de hoy en día permiten la transmisión instantánea a todo el planeta.
Según la UNESCO, en 1995 el 98% de los norteamericanos, el 95% de los habitantes de Europa Occidental y el 94% de Europa del Este tenía televisor.
El resto del mundo los está alcanzando. El 63% de las viviendas asiáticas ya tiene su receptor. Únicamente en África, donde solo el 21% de las familias tiene, no ha invadido la TV los hogares.
Con la llegada de la Internet, los noventa se han convertido, como dice la revista Time, en «la era de la sobrecarga de información». Ahora cualquiera puede ser editor.

La implosión demográfica

uEUROPA
ESTOCOLMO.--Mia Hulton es una mujer culta, pensativa y de voz suave. Vive con el hombre al que quiere y se mata de trabajar siete días a la semana. A sus 33 años, está empeñada en triunfar en el mundo académico. A pesar de vivir en Suecia --que concede más ayuda que ningún otro país a las mujeres que desean tener descendencia--, la Sra. Hulton no ve cómo va a haber lugar para niños en su vida. Dice que no ve muy bien dónde encajarían.
La prosperidad y la libertad están haciendo que millones de mujeres de los países desarrollados estén teniendo cada vez menos hijos. Pasan más años estudiando, ponen el acento en el trabajo y se casan más tarde. A consecuencia de ello, las tasas de natalidad de muchos países están experimentado un rápido y constante descenso.
Desde los tiempos de las grandes epidemias, guerras y depresiones económicas no se daban unos índices de natalidad tan bajos.
Con la esperanza de vida subiendo a medida que disminuye la fertilidad, las naciones más desarrolladas pueden encontrarse en pocos años con sociedades desequilibradas casi imposibles de sostener: grandes cantidades de ancianos e insuficientes jóvenes para mantenerlos.
No queda un país en Europa en el que nazcan suficientes niños para suceder a las generaciones actuales. Hace poco, Italia se convirtió en el primer país en la historia con más ciudadanos de 60 años que de 20. Y es probable que este año Alemania, Grecia y España lleguen a encontrarse en la misma situación.
Las repercusiones se harán sentir mucho más allá de Europa. El año pasado, la tasa de fecundidad del Japón --es decir, la cantidad de niños que tiene la mujer promedio a lo largo de su vida-- bajó a 1,39, siendo la más baja hasta la fecha.
«Nunca se había dado un fenómeno así en la historia del mundo», sostiene Nicholas Eberstadt, demógrafo del American Enterprise Institute de Washington. «Estamos en un terreno desconocido. De continuar la tendencia, en una generación o dos habrá países en que los únicos parientes consanguíneos sean los padres de uno. ¿No creen que entonces habrá más soledad y tristeza en el mundo? Yo creo que sí.»
La mayoría de los matrimonios responde en las encuestas que quiere tener dos hijos. Pero igualmente hablan del futuro y de su preocupación por vivir bien. No se ve que importe mucho --al menos en lo material-- que hoy en día la gente tenga más que nunca en los países desarrollados.
«Es que nos hemos vuelto muy egoístas y codiciosos --explica Ninni Lundblad, de 31 años, que trabaja en un laboratorio de biología de Estocolmo--. ¿Acaso nuestros padres se sentaban con una hoja de cálculo a ver si podían permitirse tener dos o tres hijos? Por supuesto que no. Vivimos en la zona más acomodada y en la época más próspera, y todo el mundo se preocupa por si podrá tomarse sus próximas vacaciones o comprarse un yate. La verdad es que es una vergüenza.»
«La prosperidad nos ha estrangulado --afirma el Dr. Pier Paolo Donati, profesor de sociología en la Universidad de Bolonia y destacado intelectual católico--. Lo único en que cree todo el mundo es en la comodidad. La ética de sacrificarse por una familia, que es uno de los conceptos fundamentales de la sociedad humana, ha pasado a la historia. Parece mentira.»
NEW YORK TIMES NEWS SERVICE

Máquinas «humanas»

¡Bienvenido al milenio! Preste atención a algunos de los pronósticos de Ray Kurzweil sobre la inteligencia artificial:
De aquí a diez años se perfeccionará el teléfono traductor. Podrá hablar en inglés mientras su interlocutor lo escucha en japonés... con su propia voz.
En la próxima década de los veinte, los implantes neurológicos no serán solo para los discapacitados. La mayoría de la personas los tendrá para mejorar sus experiencias sensoriales, memoria, facultades cognitivas y creatividad.
Entre 2020 y 2025 ya dispondremos de la resolución, la velocidad y la amplitud de banda para escanear la totalidad del cerebro humano. Un ordenador de mil dólares se equiparará al cerebro en capacidad para procesar datos, pudiendo efectuar unos 20.000 millones de cálculos por segundo.
En la década de los treinta, uno podrá copiar el contenido de su cerebro en un computador para crear una réplica de sí mismo.
Kurzweil no es sensacionalista. Tiene un historial de comprobada exactitud en lo que se refiere a evaluar avances tecnológicos. En su libro The Age of Intelligent Machines predijo entre otras cosas una red internacional de información que enlazaría casi todas las organizaciones existentes y a decenas de millones de personas, la derrota del campeón mundial de ajedrez por parte de una computadora en 1998, la amplísima variedad de música comercial creada con sintetizadores computacionales y que la tecnología bélica más avanzada se basaría en el computador.
THE CHRISTIAN SCIENCE MONITOR