martes, 3 de agosto de 2010

Su majestad el plástico

MALCOLM RITTER, AP
El plástico puede ser el material que defina al siglo XX. Este material, moldeable como su nombre indica, puede ser lo máximo en productos sintéticos. Sin embargo, los primeros plásticos artificiales debían mucho a la naturaleza, en concreto a la celulosa, principal elemento constituyente de las plantas.
En 1862, en químico inglés Alexander Parkes anunció que había logrado modificar el colodión, compuesto de celulosa utilizado en cirugía para tratar heridas. La compañía de Parkes quebró, pero el inventor norteamericano John Wesley Hyatt se hizo rico al manipular el colodión. Creó el celuloide, y al poco tiempo se fabricaban peines, cuellos de camisa, rollos de película e infinidad de objetos.
Hasta este siglo no comenzaron los inventores a fabricar plásticos a partir de materiales enteramente sintéticos. El primero apareció en 1909, y se llamaba baquelita.
Se utilizó en radios, tomacorrientes, bisutería, teléfonos, lavadoras, carretes de pescar y armas de fuego. La baquelita «fue el molde para la industria actual del plástico», dice el Colegio de Químicos de EE.UU.
En los primeros años del siglo aparecieron otros plásticos, como el celofán, invención de un ingeniero textil suizo que quería evitar que el vino manchara los manteles. Los años treinta vieron surgir el nylon, el teflón, los plásticos para envolver alimentos y el polietileno, de tanto uso en la fabricación de jarras lecheras y bolsas de supermercado, entre otras cosas. En 1940 Henry Ford pudo dar hachazos contra un prototipo de automóvil con carrocería plástica para demostrar su resistencia.
Hoy en día los plásticos están por todas partes. Vamos de viaje. Preste atención.
La bandeja ajustada a la parte posterior del respaldo del asiento del avión es de plástico. La bolsa para el mareo, también. Y el letrero que dice «abróchese el cinturón». El 767, con sus dos toneladas de piezas de plástico, ha concluido su travesía.
La persiana que baja para cubrir la ventana es de plástico. Y también lo es la propia ventana.
Un miembro del personal de pista pasa conduciendo la carretilla de los equipajes bajo los alerones plásticos. Mientras, las turbinas dejan de girar y sus componentes plásticos empiezan a enfriarse.
Los pasajeros se ponen de pie para salir. Un señor forcejea con el cierre plástico de su chaqueta. Una señora se quita los tapones (plásticos) de los oídos. Un bebé toma un biberón de plástico. Una muchacha se pasa un cepillo de plástico por el pelo.
De la bandeja superior, los pasajeros recogen computadores portátiles, portatrajes y bolsas de las tiendas libres de impuestos, todo ello parte de los 102.150 millones de kilos de plástico que consume anualmente el mundo.
Los pasajeros pasan entre las hileras de lamparitas plásticas que bordean el piso y pasan a la manga de acceso, hecha también de plástico. Las junturas plásticas de un cochecito de bebé chirrían al pasar por la rampa de entrada.
Suena una voz por un megáfono de plástico. Sobre una mesa destella una de las 10.000 millones de botellas plásticas de Coca-cola fabricadas este año. Una niña con una muñeca de plástico extiende la mano hacia unos caramelos envasados en una bolsa plástica. Al tomar los billetes que le entrega la madre de la niña, el empleado acciona las teclas de plástico de la caja registradora y retira las monedas del vuelto de una bandejita plástica.
Un auxiliar de vuelo introduce una tarjeta de plástico en un teléfono, acciona siete teclas plásticas y habla por un auricular del mismo material.
En los baños de caballeros, un señor se pone un par de los 33.200 millones de lentes de contacto que se fabrican anualmente; de plástico, por supuesto. Mientras tanto, otro se ajusta la dentadura postiza, también de plástico, mientras un empleado barre con una escoba de dicho material.
En un puesto de perros calientes, el vendedor arranca el envoltorio plástico a un pancito, parte de los 6.265 millones de envoltorios plásticos flexibles que se producen al año, y lo arroja a un basurero de plástico forrado con una bolsa del mismo material. Un cliente se desabrocha el botón plástico del puño de la camisa, se arremanga y se sirve mostaza de una botella plástica.
Maletas de plástico, algunas con ruedas del mismo material, aparecen en la cinta transportadora, que es de plástico.
La salida está indicada con un rótulo del mismo material. Y las puertas que se abren al pasar también son de plástico.
Un hombre ahueca las manos en torno a un encendedor de plástico y prende un cigarrillo. Sube a un taxi. El asiento --de plástico-- está caliente. Es que el acondicionador de aire --de plástico-- no funciona. La aguja plástica del velocímetro se mueve: el vehículo, con sus 165 kilos de componentes de plástico, arranca.
Al pasar por la cabina de peaje, el taxista acerca una placa electrónica --de plástico-- al parabrisas, y sube la barrera plástica. Con las manos en el volante --de plástico-- prosigue su camino.
En el taxímetro --de plástico-- van apareciendo números hasta que el vehículo se detiene frente a un edificio de apartamentos, tras un camión del que están descargando una mesa y unas sillas de jardín. Todos esos muebles están hechos de plástico.
Una señora recoge con una palita plástica lo que dejó su perro en la acera. Para variar, se trataba de materia orgánica.
(Papá:) ¡Ja, ja! Bueno, por lo menos se descompone, ¡al contrario que el plástico!
Parece mentira lo que ha cambiado el mundo en tan poco tiempo. Recuerdo el mundo de mi infancia, antes de la era de los plásticos, cuando recién se estaba poniendo de moda el nylon y se empezaba a envolver alimentos en papel de celofán, las películas eran de celuloide y estallaban en llamas durante la proyección y los envoltorios de plástico eran una novedad.
En muchos sentidos, ese material nos ha facilitado la vida. Pero desde luego está contaminando la Tierra al mismo tiempo, y un día el Señor tendrá que quemar la superficie del planeta para limpiarlo a fin de crear una Tierra Nueva en la que habrá muchos sustitutos no contaminantes del plástico: ¡cosas que el hombre ni se imagina! Al fin y al cabo, ¿para qué va a utilizar el Señor plásticos si puede crear a partir de oro puro, diamantes y otras piedras preciosas! ¡Lee Apocalipsis 21, y verás!

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